Ayuntamiento de Villanueva de Gallego - Pza. España, 1 - 50830 Villanueva de Gallego (Zaragoza)
 Ayuntamiento »  El Municipio  El Deporte  La Cultura  Servicios
El Municipio Saludo

ANTES DE AYER

A finales del siglo XVIII un viajero, de paso por Villanueva de Gállego, describía el lugar como “un pueblo de cien casas y una bella planicie bien cultivada”. Tenía entonces más de quinientos habitantes y contaba con varios molinos papeleros. Esta población se encuentra situada a 13 Kms. De Zaragoza, tal y como escribe Juan Bautista Lavaña, a 22º norte. Enclavada sobre un montículo en la desembocadura de una “Val”, que parte de los montes de Castejón de Valdejasa y desemboca e el río Gállego.

Durante la dominación musulmana, este enclave será conocido como Burjazud, o “Torre defensiva del azud” y que resultaría ser un curioso enclave mozárabe en la zona, ya que por entonces se tenía una especial devoción a la “Virgen de Burjazud” cuya talla del siglo XII todavía se conserva y venera en Villanueva.

A finales del siglo XI la has huestes cristianas del rey aragonés Sancho Ramírez ocuparon la muela del Castellar. En 1092 este monarca se entrevistó con el Cid para tratar sobre una posición defensiva aragonesa que, situada sobre la “Val de Algera” (existe un término en Villanueva, frente al Castellar, con el nombre de Vajillera) que obstaculizaba el paso de la taifa zaragozana a sus posesiones en las Cinco Villas debido a su posición en lo que hoy serían los “Pinares de Zuera”, enclave habitado seguramente por un número indeterminado de colonos quienes, tras la conquista de Zaragoza por las tropas de Alfonso I el Batallador, se establecieron en lo que hoy es conocido por “Barrio alto” de la localidad, siendo el origen de la actual población de Villanueva de Gállego.

Pero la Villa-nueva no era el único enclave existente, además del poblado de Burjazud existían otros núcleos. Hacia 1153 un rico hombre de ascendencia francesa, Gerad de la Marque, decide otorgar unas tierras próximas a Burjazud y de las que era señor, a la orden del cister, siendo el origen de la casa convento o granja de Juncerída, situado en la actual torre de Guallart, los cistercienses no estuvieron mucho tiempo en este lugar, tan solo la segunda mitad del siglo XII, ya que en 1202 los monjes deciden trasladar la orden al monasterio de Rueda, pero dejaron un imborrable recuerdo en la localidad, sobre todo en su economía.

Resultado de toda esta población dispersa a lo largo de la historia son las numerosas torres o casas de campo que todavía hoy se mantienen a lo largo de su término municipal como el caso de Torre Hospitalico, Torre Guallart y Torre Lindar.

La Torre del Hospitalico, que parece ser ya existía en el siglo XV y que se denomina así, al menos desde el siglo XVIII, por haber pertenecido al Hospitalico de niños huérfanos de Zaragoza. Según reciente investigación en este lugar el General Palafox y el coronel Perena, organizaron, en el mes de agosto de 1808, el ataque para romper el Primer Sitio de Zaragoza. También esta finca fue una de las primeras en Aragón donde se introdujo el cultivo de la remolacha ya que aquí, en los primeros momentos del siglo XX, se producía la simiente que luego se distribuía por la región.

La torre de Guallart se levanta sobre la antigua granja de Juncería, en ella existió una fábrica de papel y un molino harinero, poseía una cabaña de ganados mayores y menores “en cuyos pastos” se mantienen los ganados del resto del Estado Eclesiástico de Zaragoza”. Entre los siglos XVII y XVIII fue posesión de los Padres Jesuitas y era conocida como “Molino de los Padres de la Compañía”. Tras la expulsión revertió a manos del Arzobispado quien dividió la finca en dos, una para el Cabildo Metropolitano y otra para el Real Seminario de San Carlos. Tras el periodo desamortizador del siglo XIX pasó a manos de la familia Guallart, estando abandonada durante el último cuarto del siglo XX.

La torre Lindar es la cabecera del antiguo anexo rural de “San Bernabé”. La vieja torre del Conde de Aranda ya era conocida en el siglo XII y su construcción denota un pasado al menos medieval, junto a ésta se levanta el viejo batán de pelaires que con el tiempo se transformó en una de las muchas fábricas papeleras que existieron en Villanueva. Otra edición de la huerta es la “Torre del Conde de Robres” actual “Torre del Byle”. En el extremo sur, junto a la carretera, se encuentra la torre de San Miguel, ya documentada en el siglo XIII como torre de los Padres Mercedarios Calzados de San Pedro Nolasco. En esa época tenía un hospital, una capilla y varias dependencias monásticas y en 1529 aparece citado el “Caffero de San Miguel” de la torre de “San Miguel del monte”. Madoz cita la existencia de “alguna fuente de agua mineral hidrosulfurosa de la que se hace mucho uso con buen éxito en varias enfermedades”.

La Crónica General de España dice de este manantial que “existe un pozo del que brotan dos chorros de más de una pulgada cada uno”. El manantial brota a casi 14 grados y es rico en carbonato cálcico y magnesio, así como en sulfato y cloruro sódico.

Algunas edificaciones como la del Seminario o la venta de Coscón ya han desaparecido o tan solo quedan restos simbólicos de ellas. Otras, a pesar de encontrarse fuera del Término Municipal tienen una importante connotación local como es la Torre del Azud del Rabal, situada sobre la vieja Burjazud árabe, la del Aliagar, frontera entre Zuera y Villanueva o las Casas alta y baja del Castellar, terreno muy vinculado a la historia y economía de Villanueva. Todas ellas tienen en común multitud de leyendas e historias que permanecen en la memoria colectiva de los Villanovenses, pero sin duda la más extendida es una que habla de interminables pasadizos subterráneos que unen muchas de estas torres con la Cartuja de Aula Dei, leyenda que tiene su origen, seguramente, en desapariciones inexplicables, en intentos por controlar a la población o para intentar explicar los paseos que los cartujos realizaban frecuentemente por la huerta villanovense.

VILLANUEVA DE BURJAZUD

El príncipe barcelonés Ramón Berenguer IV otorga en octubre de 1138 la Carta de Colonización que establece el “territorum cesaragustanum” en el que queda incluida …”aquella tierra yerma de Zaragoza que no pagara alfarda a sus acequias…” confirmando a quien la ocupara …” dos yugadas de tierra y a cada peón una…” al igual que ….”todos aquellos huertos que no se regaran por aquellas acequias…” siendo este documento de aplicación -a todos hombres que habiendo retenido heredades en los extrarradios y sus almunias, y no teniendo casas pobladas en Zaragoza (ciudad) haban vecindad en la misma, con sus vecinos- dentro del territorio deleitado por Osera al este, Zuera al norte, Sobradiel al oeste y Cariñena al sur, quedando dentro de todo este espacio Villanueva que aparece mencionada por vez primera en un documento público fechado en 1148 como Vila Nuova.

El 24 de noviembre de 1247 los concejos “de Burjazud et de Villanova” entregan a la Seo de Zaragoza los terrenos situados alrededor de una plaza para edificar la Iglesia Parroquial de dicho lugar: se le llamará “Sancti Salvatoris”, también se entregará una abadía, un cementerio y diversos terrenos de cultivo alrededor de la población. A partir de ahora comienza a existir Villanueva de Burjazud y, junto al primitivo “Barrio alto” que rodeaba la antigua iglesia de Santa Catalina, se levantará el “Barrio Bajo” que se configurará entra la actual calle de Pradilla (antes calle Mayor), la Plaza y la calle del Horno.

Unos años después, en 1262, los jurados de la ciudad de Zaragoza determinan a favor de los vecinos de Villanueva; derechos para “boalar” y cazar en un monte conocido por el Vedao, noticia que se repetirá en 1312 y después a lo largo de los siglos hasta llegar casi a nuestros días, se trata de derechos para Villanueva consistentes en poder pastorear en todos los montes del reino dictaminando que rijan los mismos precios que existen en la ciudad “puesto que son barrio y cuerpo de la misma”.

En 1523 el Emperador Carlos V, con ocasión de una visita a Zaragoza, reconoce a los vecinos de Villanueva el derecho para poder pastar con sus rebaños y cazar exclusivamente en el monte del Vedao y en una superficie qe abarca desde: “la balsa de la fuessa entre a Puey Fornittero así como talla el camino de Castillón enta suso ento al bal de Alfocea así como el dito boalar de sus ditas confrontaciones es terminado e concluydo asi lo damos e otorgamos a bos dito concello de Villanova” previo abono de 20 sueldos jaqueses pagaderos anualmente durante 20 años, pudiendo ser prorrogado por otros tantos años consecutivos.

En el siglo XVI es importante para Villanueva por otras muchas cosas, ya en 1495 se cita a un tal “Maese Guillen, papelero” y a Johan López del Frago quien poseía en la “Granja de Junquera” dos molinos, uno papelero y otro harinero. En el término de Merzalar también existía un molino harinero y otro de papel con su casa, una torre, un corral, un granero y dos huertos situados junto a la “acequia llamada de Rabal”. Según el historiador Manuel Pedraza llegó a existir por esa época un tercer molino papelero.

Testigo de este momento de bonanza nos ha llegado la “Torre Vieja” o campanario de la antigua Iglesia parroquial de la que se tienen noticias a partir de 1600. Se trata de un rectángulo cuadrado con tres cuerpos, de estilo mudéjar con decoración formada por rombos de ladrillo resaltado. La última restauración le arrebató el viejo reloj y el tejado a doble vertiente, fue sustituido por otro piramidal rematado por la bola del mundo y sobre ésta la cruz. La torre es toda ella de ladrillo y en su primer tramo, que ocupa casi la mitad de la estructura, es completamente lisa a excepción de un pequeño remate final compuesto por una pequeña estructura ajedrezada, que rompe la monotonía del paño y sirve de transición a la parte superior. Un dintel separa el primer tramo del segundo, subdividido a su vez en dos partes. El plano inferior compuesto de un lienzo cuadrangular dividido por figuras romboidales, cuadrado que aparece en tres de las cuatro caras, excepto en la occidental que daba a la Iglesia.

Si el siglo XVI lo es de alegrías, el XVII lo es de penas. El consistorio se verá hipotecado con varias órdenes religiosas y personas de la burguesía Zaragozana. Pero en 1639 se producirá la mayor enajenación de bienes propios de la comunidad villanovense con la hipoteca de éstos a favor del Hospital Provincial de Ntra. Sra. de Gracia por la cantidad de sesenta mil sueldos jaqueses, pagaderos anualmente cada 3 de noviembre, por una cantidad de tres mil y gravado sobre: “casa, viñas, campos, huertos, olivares, heredades, carnicería, hornos, montes, sotos, yerbas, pastos, leñas, agua, molinos, ventas, ganados y graneros.”

Por si fuera poco las epidemias de peste que asolaron Aragón durante la mita del siglo XVI dejaron la población de Villanueva casi a la mitad de sus habitantes, población que se vio recuperada gracias a la inmigración francesa de la que muchos villanovenses todavía conservan sus apellidos de origen. Es también a lo largo de este siglo cuando el pueble ira sustituyendo su apellido para pasar a ser conocido por su nombre actual Villanueva de Gállego, la tradición dice que se le impuso este nombre “por que regaba este río su término”, pero es muy probable que tuviera que ver el proceso de erradicación del pasado musulmán que evocaba el nombre de Burjazud y su sustitución por otro apellido de carácter cristiano.

AYER EN VILLANUEVA

En el siglo XVIII se producirá un acontecimiento de vital importancia para el destino villanovense que romperá el estado de ralentización en el que se había postrado la población tras los desastres del siglo anterior.

Ignacio de Asso escribe en su Historia económica de Aragón, como el marqués de Rafal, intendente del Ejército de Aragón, propone en 1746 a Fernando VI la formación de un Compañía “ para comerciar con los frutos del país y animar a las fábricas casi extinguidas” Sociedad que es creada en junio de ese mismo año, precisamente una de sus factorías se instalaría en Villanueva, aprovechando los antiguos molinos del Merzalar dando lugar a lo que hoy día es “ el barrio del Comercio”. Para tener una idea de lo que supuso el establecimiento de esta “empresa” basta con saber que Villanueva no sobrepasaba los 200 habitantes en 1745, diez años después, su población se había duplicado. En 1804 se registraban 724 vecinos.

En 1764 trabajaban en las fábricas 37 obreros papeleros, 8 indianeros y 5 que se podría calificar como de “ mantenimiento”. Además el barrio, disponía de una tienda y una taberna. La empresa comenzó a tener dificultades hacia 1785. Pese a ello, hacia 1800 todavía existía producción, pero solamente de papel, por entonces daba empleo a unas 49 personas.

AIRES DE INDEPENDENCIA

El año 1808 marcará un antes y un después para la población. Durante los sitios de Zaragoza será el escenario de acciones tanto de las tropas españolas como francesas, fue cuartel general de la División Gazán durante el segundo sitio. Sufrirá la represión por parte de las tropas napoleónicas, iniciando el proceso para convertirse en municipio, hecho que se materializa el 15 de agosto de 1813 con la jura de la Constitución de 1812 del primer Concejo Villanovense.

Durante un siglo la localidad se verá inmersa en una doble lucha, una por delimitar su término municipal, enclavado entre Zaragoza y Zuera, con la que tendrá su pelea más dura, para ver reconocidos sus derechos sobre el monte de “Vallones” para el aprovechamiento de leñas en lo que se conoce como “Pinares de Zuera”.

Este pleito se remonta a la Edad Media y tiene sus raíces en un conflicto originado por el uso del agua de la acequia de Candevanía. Este canal de riego, que nace aguas arriba de Zuera, suministraba a la antigua Burjazud “para que tuviese aquella, abundantes sobras por toda la semana”, mientras que el aprovechamiento de “Vallones” o “Montis Vallis” era una concesión real a los primitivos habitantes de Villanueva. En el momento en que los vecinos de Burjazud se desplazaron a Villanueva, el concejo de Zuera propuso al de Villanueva entregarle “toda aquella agua que viniera en la Acequia de Zuera, en el día del Domingo para siempre, para su provecho y utilidad de los dichos hombres de Burjazud….. y que no la quitaran ni impidieran el agua corriente de la dicha Acequia” a cambio de “cien sueldos jaqueses” que los villanovenses entregarían a los zufarienses y además “que concedieran los hombres del lugar de Bujazud un lugar llamado Sobello para que pazcan allí las ovejas, cabras y bestias de los hombres del Concejo de Zuera y las bestias de los hombres del Concejo de Burjazud, ni los unos a los otros se pudiesen vedar el pasto y uso”. Jaime II de Aragón reconocerá, con fecha 15 de septiembre de 1320, esta sentencia. Pero será el mediante pronunciamiento de la Audiencia Provincial de Zaragoza de 12 de febrero de 1880 cuando se establezca para Villanueva un séptimo del agua que baja por Candevanía , es decir, un día a la semana además de la sobrante los restantes seis días, quedando bajo jurisdicción de Zuera el monte de Vallones pero con uso y disfrute de las leñas por parte de los de Villanueva, siempre y cuando se apara uso doméstico. El Ayuntamiento de Zaragoza reconoció enseguida los límites del término Villanovense, presionado seguramente por la Casa de Ganaderos, pleito por la propiedad de los montes de la Sarda y el Vedao hasta que en 1917 se reconoció la titularidad Villanovense de las parcelas.

En señal de agradecimiento el municipio puso a una de sus calles principales el nombre del abogado que les defendió: Juan Gómez Acebo.

Una vez consolidado el espacio Villanovense vino el crecimiento económico, social y urbanístico de la población. De los escasos mil habitantes en 1900 se pasó a más de dos mil, treinta años después. Esto hizo necesario un replanteamiento urbanístico que se tradujo en un plan pionero en España, ya que fue aprobado en 1923 e inmediatamente puesto en práctica con la instalación de una importante red de fuentes públicas, depósitos y alcantarillado. Parte de este crecimiento se produjo sobre todo al incremento de la producción de remolacha y la intensa actividad roturadora, a la que se uniría en los años cuarenta del siglo, la explotación de los montes del Castellar y del Gato.

En 1930 el pueblo disponía de Secretario de Paz, Fiscal, un coadjutor, dos profesoras para niñas y otros dos profesores para niños, un servicio de correo regular, dos médicos, dos practicantes, una farmacia, un veterinario y un jefe de estación de ferrocarril, entre otros servicios.

Tras la Guerra Civil , la vida en Villanueva se ralentizó hasta la década de 1960 cuando se reactivó gracias a una incipiente actividad industrial. La expropiación del Castellar, afectó sobre todo al sector agrícola, pero Villanueva en los años ochenta no terminaba de despegar.


Volver
VOLVER
Imprimir
IMPRIMIR
Subir
SUBIR